Me llamo Elisa y en los últimos años mi vida ha cambiado radicalmente. Mi concepto de la vida era: estudia, trabaja, cómprate una casa, un coche…
Estudié Ingeniería Informática porque me gustaban los ordenadores y además tenía muy buenas salidas profesionales, en cuanto terminé ya tenía trabajo, por lo que meses después me compré un coche y un piso… Tenía pareja también. Lo tenía «todo»…
Unos años depués empecé a sentirme mal. A pesar de tener un buen trabajo y un buen sueldo me estresaba. No sabía qué hacer ni tenía recursos para sentirme mejor. En definitiva, no era feliz ni sabía ni lo que quería. Me estaba hundiendo en una depresión sin darme cuenta.
De repente mi cuerpo me hizo parar y darme cuenta de que no iba por el buen camino gracias a una neumonía… Estuve meses de baja, sin poder hacer casi nada por mi misma. Tuve que pedir ayuda, a lo que no estaba acostumbrada porque yo era de las que «podía con todo». Siempre era yo la que me ocupaba de los demás y la más fuerte… Hasta que mi cuerpo me ayudó a ver que no era así.
Cuando me dio la neumonía me empecé a replantear muchas cosas: mi trabajo, mi relación de pareja, mi vida al fin y al cabo. En ese momento hasta cambié mi alimentación de un modo inconsciente porque mi cuerpo me pedía más verduras y legumbres y menos carne y pescado (comía carne o pescado casi a diario por tradición familiar).
Ya llevaba algún tiempo haciendo Yoga. Al principio sólo me daba cuenta de que me sentía bastante mejor después de ir a clase y, por tanto, seguía yendo. Fue algo después cuando me di cuenta de que la respiración era muy importante y que hasta entonces no le había prestado nada de atención. Asistir a clase me ayudaba porque no sólo hacía ejercicio físico (y bastante, aunque a veces parece que el yoga es muy relajado), sino que también me ayudaba a estar mejor emocional y mentalmente. Las respiraciones que hacía en clase me ayudaban de una forma mágica (y me siguen ayudando) en mi vida. Poco a poco fui haciendo pequeños cambios…
Comencé a interesarme por el desarrollo personal. Asistí a un curso de anatomía para las asanas en verano y me di cuenta de que me apetecía realizar la formación de profesora de Yoga. Unos años después, lo empecé y justo me quedé embarazada.
Y me di cuenta de la importancia de hacer Yoga en ese momento de la vida, y para el parto… y después.
Di a luz respirando y cantando mantras y comprobé su eficacia. ¡Hasta en la hoja del monitor que registraba los latidos del bebé se veía cuándo estaba cantando! Gracias a los mantras y las respiraciones aguanté perfectamente 30 horas de inducción. Y desde entonces supe que tenía que dar a conocer esas técnicas a otras embarazadas para que pudieran vivir su parto de otra manera.
Poco después de dar a luz me formé en yoga para el embarazo y para la crianza con Imma Campos y empecé a dedicarme a mi misión de vida: acompañar a otras mujeres a vivir su proceso de embarazo, parto y postparto desde desde la conciencia de sí mismas, con la ayuda de la respiración y de técnicas de relajación y meditación… desde el Yoga.
Por mis clases han pasado más de cien mujeres y todas ellas han comprobado los beneficios del Yoga en su embarazo y postparto y en su vida.
Me encanta cuando me cuentan que las respiraciones o los mantras o algún ejercicio de clase les ayudó en su parto, o el cualquier momento.
También llevo unos años experimentando y formándome en el uso de aceites esenciales y he descubierto que son unos grandes aliados en el día a día y también, por supuesto, en la maternidad, aunque en ese caso hay que conocer bien las precauciones y el modo de empleo correcto.
¡Bienvenida a Yoga y Maternidad!